'Smart health': las tecnologías de la información al servicio de la salud
Un grupo de la URV define las bases de la salud del futuro, donde los sensores y la información permitirán mejorar la calidad de vida de las personas
Smart health es un nuevo concepto que se refiere al uso y aplicación de las herramientas e infraestructuras de las ciudades inteligentes (smart) a los servicios de salud. Pero ¿qué significa esto y cómo las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) pueden mejorar la salud de las personas? El Grupo de Investigación en Smart Health de la URV es pionero en definir este concepto y explorar sus posibilidades, en un artículo publicado en la IEEE Communications Magazine.
El Grupo de Investigación en Smart Health de la Universitat Rovira i Virgili (URV) de Tarragona investiga cómo las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), los dispositivos móviles y la información contextual se pueden combinar para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Actualmente el grupo está desarrollando aplicaciones prácticas en la línea de la smart health o sanidad inteligente.
Una de estas aplicaciones es una app móvil de recomendación de rutas saludables que tiene en cuenta los problemas de salud del paciente (de movilidad, de visión, cardiovasculares, respiratorios...), así como la información medioambiental que envían las estaciones meteorológicas, para sugerirle aquellas rutas que le puedan resultar más beneficiosas para la salud en cada momento. Una segunda aplicación (fruto del proyecto SIMPATIC, Sistema Inteligente de Monitoreo Privado Autónomo basado en TIC) permite geolocalizar pacientes con diversas formas de deterioro cognitivo -como Alzheimer-, detectar si estos pacientes salen de su rutina o de sus espacios habituales y avisar automáticamente a la persona responsable.
Estos son dos ejemplos de la potencialidad del concepto de smart health, que, sin embargo, es todavía incipiente. La base de la smart health consiste en personalizar la salud en función del contexto, lo cual es posible mediante la infraestructura de las ciudades inteligentes. Además, se trata de una salud individualizada, centrada en el usuario. "Las ciudades inteligentes nos permitirán obtener mucha información y muchos datos", explica Agustí Solanas, investigador del Departamento de Ingeniería Informática y Matemáticas (DEIM) de la URV y coordinador del grupo. "Utilizar todos estos datos para el ámbito de la salud es el siguiente paso lógico", añade.
Mayor calidad de vida, menor coste
En el futuro, esto permitirá no sólo dar mejor servicio de salud a la gente, sino también que sea más barato. "El punto de partida son tecnologías que las ciudades inteligentes ya están desplegando, pero orientadas a un paradigma nuevo", argumenta Solanas. "Además, así podremos detectar algunas enfermedades con más rapidez, comenzar los tratamientos antes y, por tanto, conseguir que sean más cortos o que mejoren la calidad de vida del paciente".
El Grupo de Investigación en Smart Health de la URV ha sido pionero en definir este concepto y establecer su marco teórico. Se trata de un grupo creado en 2014 con el objetivo de explorar los retos y las oportunidades de este nuevo ámbito. Su artículo, publicado en la revista IEEE Communications Magazine, ha sido seleccionado por la IEEE Communications Society como artículo spotlight "bajo el foco de atención", por el nuevo campo de estudio y de posibilidades que abre. "Hemos sentado las bases para que los investigadores puedan trabajar en ello", explica Agustí Solanas.
El grupo ha definido varios ámbitos de investigación, que abarcan las redes de sensores, los edificios inteligentes, el envejecimiento activo, la seguridad y la privacidad, o la disponibilidad e integración de los datos. También tiene por objetivo difundir la definición de smart health y "internacionalizar la idea", explica Solanas. En este sentido, el grupo trabaja en colaboración con investigadores de toda Europa, por ejemplo de Italia, de Grecia o de Alemania. "Además, muchos de los proyectos alrededor de la smart health son interdisciplinarios, ya que implican el trabajo de ingenieros con médicos, enfermeras, psicólogos y otros profesionales", destaca Antoni Martínez Ballesté, investigador del grupo y profesor del DEIM de la URV.
Sensores para medirlo todo
Para explicar la smart health hay que entender el concepto de ciudad inteligente. Una smart city, o ciudad inteligente, es una ciudad fuertemente fundamentada en las TIC para la toma automática de decisiones enfocadas a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, garantizando su privacidad y su seguridad. En otras palabras, se trata de contar con sensores que proporcionen información sobre determinados aspectos que permitan a la ciudad tomar decisiones de forma autónoma. Los semáforos que regulan el tiempo de paso en función del volumen de tráfico o las farolas que se encienden y se apagan según la cantidad de la luz ambiental son dos ejemplos sencillos de cómo las TIC, los sensores y la toma automática de decisiones contribuyen hacer una ciudad más inteligente.
Existen sensores de muchos tipos: de iluminación, de humedad, de temperatura, de alérgenos (como el polen u otros), de contaminantes (como el dióxido de carbono o las partículas en suspensión), de calidad del agua o de ruido, e incluso sensores inductivos para saber dónde hay más coches aparcados. "Con todo esto podríamos saber dónde hay vías muy transitadas o grandes concentraciones de contaminantes, detectar problemas respiratorios o que afecten al sueño y, en definitiva, relacionar las enfermedades que se desarrollen con problemas ambientales".
Algunas de las ciudades que más han avanzado hacia el modelo de ciudad inteligente son las grandes metrópolis europeas. Esto "no es una cuestión de moda, sino que lo hacen porque realmente lo necesitan", explica Solanas. Y añade: "Cuando el volumen de tráfico y de contaminación en una ciudad alcanzan unos determinados umbrales, que resultan inasumibles, es necesario pensar nuevas formas de gestionar todo esto". En Tarragona, el desarrollo actual de la ciudad inteligente es emergente, aunque existe voluntad de avanzar en esta línea de cara a los Juegos Mediterráneos de 2017. "Hoy en día las smart cities son, en general, limitadas, pero en el futuro el único límite será la imaginación ", sentencia el investigador.