Encuentran una "letrina" de hienas de hace un millón de años en el yacimento del Barranc de la Boella
El hallazgo, una concentración de heces poco frecuente en contextos arqueológicos, ha tenido lugar en La Mina y el estudio de los coprolitos aportará mucha información sobre la conducta de estos animales y sobre cómo era el entorno en el Pleistoceno
A punto ya de terminar (el 5 de junio) la campaña de excavación arqueológica que desde el pasado 11 de mayo realiza un equipo dirigido por el IPHES (Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social) en el Barranc de la Boella (La Canonja, Tarragona), se ha puesto al descubierto una letrina de coprolitos (excrementos fosilizados) de hienas, con una concentración de restos de estas características muy poco frecuentes en el Pleistoceno. El estudio de estos fósiles permitirá saber cómo era la alimentación de estos animales y, consecuentemente, cuál era el entorno que acogió las sociedades homínidas que hace sobre un millón de años vivieron en aquel lugar, concretamente en el yacimiento que hoy conocemos como La Mina.
Palmira Saladié, codirectora de la excavación junto con Josep Vallverdú, ambos arqueólogos del IPHES, ha manifestado que este tipo de heces "son unas buenas trampas para capturar y conservar el polen y, por tanto, los datos que se puedan obtener después el laboratorio de Arqueobotánica de nuestro instituto serán muy buenos para saber cómo era el paisaje y el clima de hace un millón de años". De este trabajo se ocuparán los palinólogos Isabel Expósito y el Dr. Francisco Burjachs, ambos también del IPHES.
Etologia de las hienas
Los mismos coprolitos son unos buenos instrumentos para saber cómo era la conducta de las hienas hace un millón de años. "La letrina nos indica que su etología es posiblemente como la de la hiena manchada de la actualidad. Estos animales generan acumulaciones de excrementos como marcaje territorial", apunta Palmira Saladié.
En el mismo yacimiento, en La Mina, el equipo ha descubierto una importante colección de industria lítica, tanto las pequeñas astillas, como los guijarros que fueron usados como materia prima para elaborar las herramientas de piedra. Son sobre una cincuentena de piezas muy bien conservadas, hechas sobre sílex. "Todo esto nos aportará muchos datos sobre la cultura de las primeras poblaciones humanas de Cataluña ampliando lo que ya sabíamos por las campañas anteriores", asegura Palmira Saladié.
Muchos recursos
A la espera del estudio en laboratorio de todas estas restos, la misma arqueóloga avanza: "Ya de entrada esta asociación de coprolitos e industria lítica indica que tenemos un entorno con recursos muchos abundantes, porque viven en un mismo espacio dos de los más grandes depredadores del Pleistoceno: los homínidos y las hienas".
A esto hay que añadir, que los homínidos de hace un millón de años ya disfrutaban de buenas capacidades cognitivas, pues supieron adaptarse a un medio frecuentado también por estos animales, ya que debían estar en competición directa con estos grandes carnívoros, comenta Saladié. En esta línea, Antonio Pineda, arqueólogo y miembro del equipo que excava en el Barranc de la Boella, está elaborando un artículo científico en el que insiste en esta coexistencia homínida con otros grandes depredadores. Además de las hienas, cabe destacar la presencia de grandes felinos.
La Mina del Barranc de la Boella es de cronología cercana a la Gran Dolina de Atapuerca. "Son dos yacimientos complementarios -observa Palmira Saladié- porque en Gran Dolina tenemos el campamento donde vivían los homínidos y el Barranc de la Boella es un lugar donde obtenían recursos, pero no residían".
Propietarios y ayuntamiento
De la Cala 1, el otro de los yacimientos del Barranc de La Boella donde este año trabaja el equipo, se están tomando sobre todo datos topográficos y preparando el terreno para la instalación de una gran cubierta protectora. "Es una zona muy rica en restos de mamuts y cuchillos de piedra, sin embargo, profundizaremos en los próximos años", puntualiza Josep Vallverdú.
La importancia de la Cala 1, que llena un vacío muy significativo para conocer la prehistoria de hace entre 600.000 y 800.000 años, lo avala el hecho de que se pretende convertir no sólo en un área de excavación de 200 metros cuadrados para potenciar la investigación, sino que también se prevén organizaractividades docentes y de socialización relacionadas. Los trabajos de acondicionamiento que se están haciendo son posibles gracias a la buena sintonía entre el IPHES, los propietarios de los terrenos y el Ayuntamiento de La Canonja.