Vermut, mejillones y plásticos

Joaquim Rovira Solano
Investigador del Departamento de Ciencias Médicas Básicas
joaquim.rovira(ELIMINAR)@urv.cat
Encontramos Microplásticos en todas partes: en el aire que respiramos, en las tierras de cultivo, en la cima de las montañas, etc., y muchos acaban en los mares y océanos, donde pueden ser ingeridos por los peces y otros animales. Cabe destacar especialmente los bivalvos (mejillones, vieiras, ostras, almejas, berberechos, etc.), una clase de moluscos que se alimentan filtrando agua o recogiendo partículas en los sedimentos. Así, estos organismos capturan microplásticos y, en muchos casos, no pueden expulsarlos, ni siquiera con los procesos de depuración a los que están sometidos antes de llegar al mercado.
El Centro de Tecnología Ambiental, Alimentaria y Toxicológica (TecnATox) de la Universidad Rovira i Virgili ha analizado la presencia de estas sustancias en más de 2.300 moluscos (mejillón, ostra, coquina, navaja, caracol de mar y almeja) producidos en la costa catalana. Se han encontrado en todos los organismos analizados y la mayoría corresponden a fibras de poliéster de tamaño inferior a 1 milímetro.
Se calcula que un consumidor medio adulto ingiere anualmente unos 8.000 microplásticos, pudiendo alcanzar los 20.000 cada año en los casos de grandes consumidores. Desgraciadamente, el molusco y otros organismos acuáticos no son la única vía de exposición a microplásticos. Se han encontrado en el agua de consumo, tanto embotellada como del grifo, en la sal de mesa, en la miel, en la cerveza... e incluso por inhalación de las mascarillas y en el aire interior de los edificios.
Aún falta mucho camino por recorrer en la investigación sobre la toxicidad de los microplásticos, pero cada vez hay más evidencias de que estas partículas, así como las sustancias que incorporan, afectan a nuestra salud. Sin duda, cuidar el medio ambiente es una de las mejores formas de cuidarnos.