Universitat Rovira i Virgili

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Aperitivos de ciencia

¿Sientes tu reloj biológico?



Gerard Aragonès Bargalló
Investigador del Departamento de Bioquímica y Biotecnología
gerard.aragones(ELIMINAR)@urv.cat

A pesar de los avances en el conocimiento científico sobre nutrición y alimentación conseguidos durante las últimas décadas, no está claro que nos alimentamos mejor. Las relaciones entre salud y alimentación son muy complejas e intervienen otros factores que no solo tienen que ver con el qué y la cantidad que comemos, sino que también están relacionados con el cuándo comemos.

La crononutrición es un concepto surgido en 1986 del Dr. Alain Delabos y demuestra que la hora en la que consumimos los alimentos desempeña un papel clave sobre nuestra salud, sobre todo, en el mantenimiento del peso corporal. Esta disciplina aconseja respetar los ritmos biológicos del cuerpo y comer cuando es más favorable para asimilar de la mejor forma los nutrientes ingeridos.

Los ritmos biológicos están presentes en la mayoría de animales, de forma que los condicionan los períodos de migración o hibernación, así como en las plantas, en las que los regulan, por ejemplo, la caída de las hojas y la floración. De hecho, muchos de nuestros procesos biológicos más básicos como el sueño, la temperatura corporal o la presión arterial presentan ritmos. La mayoría son circadianos, es decir, que se repiten cada veinticuatro horas (relacionado con el movimiento de rotación de la Tierra), pero también podemos encontrar procesos con frecuencias diferentes, como las semanales o las mensuales, entre otras.

El sistema circadiano de una persona se define como el conjunto de oscilaciones rítmicas de las variables fisiológicas dentro de un período aproximado de 24 horas que trabajan de forma sincrónica para anticiparse y adaptarse a las condiciones cíclicas de cada día. Estos ritmos se controlan por unos «relojes» moleculares que se ponen en marcha con factores externos como la luz y la hora de las comidas. Así, un sistema circadiano saludable asocia el día y la luz con la ingesta y la actividad física, mientras que la noche y la oscuridad las asocia con el ayuno y el reposo. Desgraciadamente, cuando estas señales ambientales se desincronizan (trabajo a turnos, comidas a destiempo, trastorno horario, insomnio, etc.) se pierde la funcionalidad del sistema circadiano, lo que puede influir directamente sobre el control del peso corporal y la aparición de sobrepeso y obesidad. Por tanto, adaptar los horarios de las comidas teniendo en cuenta el ritmo biológico individual de cada uno es trascendental para mantener el funcionalmente de los relojes moleculares y evitar, así, la aparición y el desarrollo de enfermedades relacionadas con el sobrepeso y la obesidad.

De forma general, la crononutrición recomienda realizar la comida principal del mediodía antes de las 15 h y la cena, aunque no marque horarios preferentes, al menos dos horas antes de acostarse. Asimismo, advierte de los riesgos que supone, por ejemplo, cenar demasiado tarde. Otras recomendaciones son dormir entre siete y ocho horas, dedicar al desayuno por lo menos veinte minutos de nuestro tiempo y no estar expuestos durante la noche a luces que provengan de aparatos electrónicos.

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