Universitat Rovira i Virgili

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Aperitivos de ciencia

Tu consumo afecta al cambio climático



Anna Boqué Ciurana
Investigadora del Departamento de Geografía
anna.boque(ELIMINAR)@urv.cat

La relación entre el clima, la variabilidad climática, el cambio climático y los alimentos es compleja. Por un lado, el clima configura las condiciones atmosféricas que suele haber en un lugar determinado -normalmente se toman como referencia los valores meteorológicos de un período de 30 años-. Según estas condiciones -junto a otras, como el tipo del suelo-, será más óptimo plantar un tipo de cultivo u otro. En función de los valores de la temperatura, la humedad y la precipitación, la producción agrícola mostrará zonas aptas o no aptas, y momentos aptos o no aptos para las plantaciones y cosechas.

El cambio climático plantea importantes retos para la seguridad alimenticia global. Sus efectos se observan directamente en los valores de las variables atmosféricas tales como la temperatura, la humedad y la precipitación. Los científicos y los campesinos conocemos los calendarios de cosechas, que muestran, basándose en el análisis de datos meteorológicos, cuándo es el momento de sembrar y cuándo es el momento de hacer la cosecha en función del cultivo. Debido a la variabilidad climática, estos calendarios pueden variar cada año. Ahora bien, con el cambio climático, si se modifica la distribución de estas variables meteorológicas, también cambiarán las fechas del calendario, algo que ya está ocurriendo.

En este contexto, pues, los cambios mencionados afectan a las prácticas de explotación agrícola, las cosechas y la calidad nutritiva de los cultivos destinados a la alimentación.

¿Cómo afecta el cambio climático a la seguridad alimentaria?

Las consecuencias derivadas del cambio climático conllevan alteraciones en el medio ambiente y, por tanto, en la producción de alimentos. El cambio climático influye, desde hace años, en muchos aspectos de la vida cotidiana. Uno de los retos a los que se enfrenta el planeta es saber identificar los riesgos para adaptarse mejor y mitigar sus efectos, sobre todo en el campo de la agricultura y la seguridad de los alimentos.

El calor y la sequía son dos de los principales problemas que afectan directamente a la producción agrícola. El cambio climático perjudica tanto a la producción como a la transformación, la distribución y el consumo de alimentos, además de la disponibilidad de alimentos seguros e inocuos. La calidad de estos parámetros disminuye cuando los sistemas alimenticios se estresan.

El consumo alimentario y la producción de emisiones

Por otra parte, los hábitos alimentarios no afectan directamente al cambio climático. Sí que le afectan, sin embargo, a los hábitos de consumo alimentario. Es decir, dónde compramos los alimentos, cómo llegan hasta la mesa y cómo los han producido hará que sean más sostenibles o no. Entendemos la sostenibilidad desde las dimensiones social, económica y ambiental.

El sistema alimentario es responsable de un tercio de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, que es culpable del incremento del cambio climático antrópico. Por este motivo, podemos plantearnos que consumir productos comprados en un mercado es más sostenible que en una gran superficie. Teóricamente podríamos pensar que en los mercados los productos son más locales y de proximidad que en un supermercado o en una gran superficie, pero lo cierto es que debe valorarse la proximidad de los productos: cuanto más cercanos sean, menos han viajado y, por tanto, probablemente, se vincularán menos emisiones de CO2.

El CO2 es uno de los gases que incrementa el efecto del cambio climático humano. En este contexto, consumir productos que impliquen menos generación de CO2 contribuirá favorablemente a mitigar el cambio climático.

Así pues, la sostenibilidad alimentaria va más allá de la nutrición y del medio ambiente, ya que también tiene en cuenta aspectos económicos y socioculturales. Esto significa que genera un impacto ambiental reducido que contribuye a la seguridad alimentaria y nutricional, y al hecho que las generaciones actuales y futuras tengan una vida más saludable.

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